Lo que comenzó hace apenas tres años con tímidas experiencias piloto y muchas dudas, hoy toma fuerza con una rápida progresión en su aceptación e implantación tanto en el comercio de proximidad como en el consumidor.
Se trata de una iniciativa que hemos importado de EEUU, pero que en España tiene su propia idiosincrasia y a la vez su propia evolución y transformación. En España hemos alargado su duración, extendiéndola al fin de semana. Asimismo, lo que comenzara en nuestro país como un día o dos de promociones y rebajas exclusivamente vía online, gracias en buena medida al comercio de proximidad se ha implantado con fuerza también en la tienda física, llenando las calles de muchas ciudades de actividades de dinamización comercial y ocio.
Nuestros comerciantes nos trasladan el esfuerzo de cooperación y colaboración que vienen haciendo desde hace semanas, para planificar y desarrollar completos programas de actividades, coordinar la adhesión y participación del mayor número posible de comercios, e incluso de hostelería, presente en esas calles.
El Black Friday se ha instituido como un día lúdico y de promociones en el que el comercio de proximidad brinda al consumidor la oportunidad de poder adelantar algunas compras navideñas a precios sensiblemente inferiores a los que podrá encontrar semanas después, ofreciéndole además comodidades, para tratar de incentivar el consumo.
¿Por qué ha tenido esta aceptación en el comercio minorista y por qué se ha convertido en uno de los mayores días de ventas?
El comercio minorista comenzó acogiendo el Black Friday hace tres o cuatro años en un contexto con el consumo prácticamente plano, convirtiéndolo en ese momento en un nuevo esfuerzo del comercio por reactivar la demanda.
Hoy, el fenómeno del Black Friday se ha convertido en las nuevas “rebajas” en España. De hecho, se trata del único periodo acotado del año en el que el consumidor sabe con exactitud que va a poder encontrar descuentos y promociones en un producto determinado y en un tiempo determinado.
El efecto Black Friday en España responde a un nuevo consumidorpostcrisis, con hábitos de compra diferentes. Es un consumidor mucho más escéptico, que rehúye de la compra impulsiva y valora más la relación calidad-precio, medita más sus compras, compra más frecuentemente pero menos cosas.