La ciudad es un entorno dinámico en el que los ciudadanos deseamos lograr el mayor nivel posible de calidad de vida. Este objetivo es la causa de que evolucione, cambie, sufra adaptaciones y en último extremo se planifique; como lugar de convivencia ha de tratarse de un espacio democrático y facilitador de las relaciones humanas.
La actividad humana relacionada con el comercio genera un importante impacto sobre el entorno y de manera especial en las ciudades por su volumen y su concentración. El transporte de los productos, su almacenamiento y el traslado hasta los puntos de venta, los embalajes, la presentación a los consumidores en paquetes y bolsas, el acceso de los consumidores y de los trabajadores hasta los puntos de venta, toda la actividad relacionada con la promoción y el desecho final de productos supone la utilización de muchos recursos y la generación de muchos residuos.
Pero no todos los formatos comerciales tienen el mismo impacto sobre el entorno, siendo unos más sostenibles que otros. De manera generalizada se reconoce que el comercio de proximidad es el formato que menor impacto tiene sobre el medio ambiente por su cercanía al consumidor y por sus buenas prácticas. No obstante, también se reconoce que sería posible desarrollar su actividad reduciendo su impacto en el entorno y contribuyendo a conseguir una mejor sostenibilidad de las ciudades.